Asosiación Cuyay Wasi | Rodaje
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RODAJE

«Dicen que los caminos tienen ojos. Que los caminos nos hacen conocer, que el camino te guía, pero hay que abrir bien los ojos para no terminar tropezando. Los hombres que caminamos conocemos el corazón de las personas.
Yo puedo decir que está determinado por el lugar donde se vive. Si es que viven en las estancias, solo criando animales, el corazón es totalmente distinto. Eso no es bueno ni malo, es simplemente así. Otras personas, donde hay bastante producción de la tierra como donde hay frutas, tienen otro corazón. Y hay otros pueblos que viven rodeados de vegetación, flores, y también tienen otro corazón.
Y no solo por el lugar donde viven sino también de acuerdo a cómo está el tiempo. Si estamos en época seca, todos estamos tristes, viendo que todo está amarillo, sin verdor. Pero cuando empieza a llover los prados empiezan a reverdecer. Las chacras también empiezan a producir y las plantas a florecer. Junto con ellas nuestro corazón también reverdece.
Cada uno de nosotros, de acuerdo al lugar donde vive, a los productos que siembra, abre su corazón de determinada manera. Y nosotros mirándonos, tenemos que querernos nomás. Donde sea que vivamos, sea como sea nuestro pensamiento así, queriéndonos, caminaremos.»
Desde que iniciamos nuestro trabajo, nos enamoramos de los andes, de los apus, de la cultura y cosmovisión andina. A lo largo de los años hemos tenido contacto y experiencias muy enriquecedoras con comunidades y comuneros andinos en casi todo el Perú. Poco a poco se conformó en nosotros la necesidad de desarrollar el tema de una manera artística, completa, redonda.
Asi, después de 14 años de hacer crecer la película en nuestros corazones llegó el momento de hacer esta película, como un homenaje a los andes, un agradecimiento a la tierra y un compartir con todos los humanos.
Los Ojos del Camino está tratada en clave poética. ¿Por qué? Porque la poesía es la manera más directa de darle profundidad a los temas, de traer lo abstracto y lo mágico al lenguaje cotidiano. Las montañas sagradas, la naturaleza misma merece nuestro mejor y más delicado esfuerzo de conversar con el corazón y abrir la mente a nuevas miradas.
La película se conformó como una mirada con dos ojos: uno el del director Rodrigo Otero, cineasta y artista enamorado de los andes. El otro ojo es el del protagonista Hipólito Peralta, un hombre dedicado a servir a los Apus y a su pueblo. Ambos asumieron la tarea de hacer esta película como una misión, como un llamado de los Apus para encontrar y transmitir la belleza y la trascendencia de los andes para el mundo.
Hipólito y Rodrigo caminaron y fueron a lugares y a momentos donde la tierra nos da un mensaje en particular. Así, a lo largo de un año filmaron la película, sintiéndose siempre invitados por los Apus a presenciar esta cultura que está a veces honrada y a veces amenazada. Así, en cada lugar nos encontramos con una comunidad diferente, una ritualidad distinta, un paraje especial, que en su conjunto nos dan una mirada profunda a los andes misteriosos.
La película está hablada en quechua, una lengua que tiene sus propias facultades y posibilidades de transmitir sentidos y esencias de su propia cultura. Quisimos también que la película pueda ser apreciada por publico quechua hablante, campesinos, agricultores, indígenas de los andes para afirmar la cultura andina, para hacer que los campesinos de los andes se reflejen y fortalezcan.
Además, la intención es responder a la necesidad de ver, sentir y comprender cómo la naturaleza entendida como Madre Tierra se puede convertir en una fuente de armonía y sanación. Sabemos que los diferentes problemas que enfrenta la humanidad, no solo climáticos sino sociales, se deben al alejamiento de las sociedades de la naturaleza. Justamente a través de los pueblos indígenas tenemos un acceso a una forma de relación con la naturaleza.
Otra intención nuestra es abrir una ventana a la vida como un camino. Este camino no es visible para muchos, ya que el lenguaje de la naturaleza consiste en señas que pueden ser casi imperceptibles. Por eso buscamos la figura del personaje Hipólito, quien nos presta sus ojos y su sabiduría para que podamos verlo. Él es los ojos del camino, y él nos lo mostrará para que la película nos permita entender y comprender a nuestros pueblos andinos.